De chica a chico, de mujer a hombre. ¿Por qué no se analiza este sector?

La cancelación del debate en los medios y en la política en torno al tema “trans” impide que la información llegue a la sociedad con suficientes datos objetivos y análisis argumentados que permitan que podamos tener una visión profunda y panorámica de este fenómeno, que es sustituido por proclamas y mensajes que apelan a los sentimientos y a las emociones.

Tal y como demuestran los datos recogidos por Feministes de Catalunya en su informe Trànsit, existen patrones muy diferenciados en relación a las personas que solicitan tratamientos médicos para realizar una “transición”.

Por un lado tenemos varones mayores de edad que se identifican como mujeres. Son los que acaparan los medios de comunicación y el discurso político, son los que están ocupando cotas de poder e imponen su propia perspectiva, la de hombres que “tienen derecho a ser mujeres”, sustituyendo a las mujeres, cambiándonos nuestra definición, accediendo a nuestros espacios, a nuestras competiciones y a nuestra realidad sexuada y que, de forma violenta, cancelan las voces de las mujeres que nos atrevemos a cuestionar su discurso y a defendernos de su invasión.

Otro fenómeno creciente es el de las “infancias trans”. Este tramo de edad también se muestra en los medios de comunicación, siempre cargado de discursos emotivos que nos hacen creer en esencias internas que se encuentran atrapadas en unos cuerpos que no les corresponden a esas niñas y niños, pero sin abordar ningún análisis de las causas reales. Son las familias transactivistas las que más están trabajando para transmitir sus creencias metafísicas en los colegios y asociaciones de madres y padres.

Pero, sin menospreciar la importancia de los casos anteriores, el tramo de edad que más nos preocupa es el de las adolescentes y mujeres muy jóvenes que se autoperciben como chicos, y que apenas tiene cabida en los medios de comunicación ni en el debate público. Sin embargo, es el sector de la población que se identifica como “trans” que está experimentando el crecimiento más elevado, exponencial. Lo vemos en nuestras aulas de educación secundaria y en las de los primeros niveles universitarios.

El patrón seguido, el comportamiento, las causas, las consecuencias o la aceptación social son muy diferentes entre los tres sectores anteriores, por lo que se deben analizar de forma separada, aunque dentro del mismo marco global de influencia de políticas neoliberales y patriarcales.

En el caso de las adolescentes y mujeres jóvenes existe un fenómeno que se está ocultando de forma interesada, la Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR o ROGD en inglés), acuñada por la investigadora Lisa Littman que concluye que es producto de la influencia de compañeras por contagio social. A raíz de la publicación del informe Trànsit y tras analizar los datos expuestos en los que se observa que en el tramo de 10 a 18 años en torno al 70% son niñas, intentamos responder a la pregunta “¿Por qué las niñas no quieren ser mujeres?“. Una de las razones que apuntamos es que la influencia de los medios audiovisuales y de las redes es determinante en el contagio social. Esta circunstancia, junto a otras, como la violencia, la hipersexualización, los roles y estereotipos, los problemas psicológicos y trastornos y, como llevamos años denunciando, la afirmación que se realiza en los centros educativos, conducen a las niñas y chicas a rechazar su cuerpo y buscar una transformación.

Para el conocimiento sobre cómo se produce el contagio social entre las adolescentes, recomendamos la lectura del informe “¿Cómo supe que era un chico trans?: Análisis documental de diez videos de youtubers female-to-male” (Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia. Nº. 18,2023–e-ISSN: 2444-0221 -pp. 254-274), de Marina Pibernat. En él se analizan diez vídeos de YouTube de diez chicas que se han declarado “chicos trans”, que presentan una elevada similitud y muestran que se está produciendo una suerte de contagio social de las llamadas transiciones de género a través de la red. Especialmente chicas adolescentes que no encajan en los roles y estereotipos sexistas, y que además son lesbianas o bisexuales, están resolviendo su malestar declarándose “chicos trans” y modificando su cuerpo de forma irreversible.

Siendo el de las chicas adolescentes y jóvenes el grupo que más está cayendo en las garras de la industria médico-farmacéutica que busca interesadamente “soluciones” para ellas, consideramos imprescindible poner el foco en este sector de la población y demandar datos de todos los servicios de salud y un análisis serio y completo que estudie este fenómeno. Por supuesto, debe entrar en el debate social y político y no seguir ocultándose.

La escuela, por su parte, debe estar informada sobre este fenómeno e intentar ser un muro de contención que evite en lo posible estas transiciones, y lo puede hacer a través de la coeducación, enseñando a identificar los mecanismos utilizados por el patriarcado para someternos a las mujeres, ya sea el patriarcado clásico o bien este que aparece disfrazado de diversidad, y para que las chicas dispongan de herramientas útiles que les permitan enfrentarse a él y ser mujeres libres. El libro La Coeducación Secuestrada nos ofrece amplia información sobre la influencia del discurso transactivista en los centros educativos. Recomendamos a todo el profesorado su lectura para poder abordar este fenómeno desde el conocimiento riguroso.

 

Referencias:


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