Adiós, coeducación. Hola, transgenerismo.

Reproducimos aquí el artículo publicado en la revista Argumentos Progresistas nº52 “Adiós, coeducación. Hola, transgenerismo. Cómo las escuelas empujan al alumnado a las mesas de quirófano” de nuestra compañera de DoFemCo Marina Pibernat, coautora del libro La Coeducación Secuestrada.


La concepción original de la coeducación como herramienta feminista ha sido subvertida. Eso ha favorecido la invasión en el sistema educativo de leyes y comportamientos que han subordinado la sexualidad biológica a una presunta identidad de género innata. El activismo trans también influye en la práctica pedagógica; por ejemplo, induciendo al alumnado a cuestionar su cuerpo sexuado e identificarse a sí mismo en una escala entre la masculinidad y feminidad plenas. La legislación de varias comunidades autónomas impone los nuevos protocolos reprimiendo la actividad de las familias, y llega a amparar la aplicación de medicaciones y cirugías irreversibles a los niños y adolescentes.

La ideología transgenerista, máxima expresión del mito de la libre elección neoliberal, que pretende hacernos creer que somos tan libres que incluso podemos escoger el sexo de nuestro cuerpo a voluntad, ha penetrado en las instituciones educativas. Este proceso ha sido documentado y analizado en La Coeducación Secuestrada. Crítica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educación (2022), obra colectiva realizada por cuatro integrantes de la asociación Docentes Feministas por la Coeducación (https://dofemco.org), y en la que nos basamos para el presente artículo.

Adiós, coeducación

Desde sus inicios como movimiento social y político nacido y articulado en los albores de la Ilustración, el feminismo ha abogado por la educación de las niñas. Formar tanto a mujeres como a hombres desde su infancia era condición indispensable para acabar con la desigualdad social por razón de sexo. Afortunadamente, la educación femenina y mixta se ha generalizado en muchas partes del mundo. Sin embargo, que niñas y niñas compartan aula, evaluaciones y programas educativos ha resultado ser insuficiente para conseguir la igualdad. La escuela y el sistema educativo no son neutrales, y adolecen de las mismas prácticas y comportamientos sexistas que el resto del cuerpo social. La educación mixta no puede, por si sola, eliminar el peso de milenios de desigualdad de las mujeres.

La coeducación es la propuesta feminista para una práctica y política educativa consciente de este hecho para poder abordarlo. Se trata, pues, de liberar a la escuela de roles y estereotipos sexistas que operan sin que las personas implicadas se den cuenta, así como eliminar el androcentrismo de los contenidos impartidos, que infravalora o directamente olvida la participación de las mujeres en la historia o las ciencias, considerando que cualquier cosa que tenga que ver con nosotras no es importante ni destacable. Ahora, esta concepción original de la coeducación como herramienta feminista ha sido subvertida.

Uno de los motivos por los que el transgenerismo ha podido colarse en el sistema educativo sin inconvenientes, es que lo ha hecho sin hacer ruido a través de los gobiernos autonómicos, con partidos de todo color político. A lo largo de los últimos años, los protocolos educativos “trans” han redefinido la coeducación, como por ejemplo el de Madrid:

“Coeducación: a los efectos de la presente ley, se entiende como la acción educativa que potencia la igualdad real de oportunidades y la eliminación de cualquier tipo de discriminación por razón de orientación sexual, identidad de género o expresión de género”.

Éste no es el único protocolo en el que desaparece la mención a la opresión por razón de sexo sufrida por mujeres y niñas, en la definición de coeducación, siendo reemplazada por la discriminación por orientación sexual y por las llamadas “identidad de género” y “expresión de género”. En otros casos, la referencia al sexo aparece al mismo nivel que todas las demás discriminaciones, pero siempre confundiendo el sexo –el hecho biológico– con el género –conjunto de roles y estereotipos socioculturales asociados a cada sexo–, y presuponiendo la existencia de una identidad innata y esencial “de género”.

Hola, transgenerismo

Estas confusiones conceptuales han inspirado las leyes y protocolos “trans” que han invadido las legislaciones y el sistema educativo. Estos protocolos se basan en la supuesta existencia de “infancias trans”, niños, niñas y adolescentes que nacieron predestinados a rechazar su cuerpo sexuado por ser incongruente con su “identidad de género” innata. Los protocolos “trans” hablan de identidades incuestionables que deben ser reconocidas y aceptadas por todo el entorno de la persona para no caer en la transfobia. La explicación anticientífica de la existencia de dicha identidad nos devuelve al neurosexismo de los cerebros sexuados, como se deja meridianamente claro en el protocolo gallego:

“[La transexualidad] es una condición con la que se nace, que puede manifestarse a partir de los 2 años y medio por la que el sexo sentido o psicológico, que es el que realmente determina la identidad, no coincide con el fisiológico o aparente. Es, por lo tanto, un fenómeno biológico innato, dado que el cerebro es un órgano sexuado cuyo criterio prima sobre todos los demás órganos, sexuales o reproductivos. La identidad de género también reside en el cerebro (…) Una vez determinada es irreversible e invariable”.

Lo que oculta la retórica de los protocolos “trans”, prácticamente idénticos en todas partes, es simple. A saber, si un niño o una niña hace cosas que socialmente se consideran del otro sexo, hay que preguntarse si no estará en un cuerpo equivocado, si será un niño con cerebro de niña, o al revés. Como estipula el protocolo de Navarra:

“Cuando cualquier miembro de la comunidad educativa del centro escolar detecte alumnado que pudiera presentar indicadores que manifiesten que su sexo de asignación difiere de su identidad de género, lo pondrá en conocimiento de la tutora o tutor del grupo-clase, que a su vez lo trasladará a la jefatura de estudios y conjuntamente se procederá a la derivación al o la responsable de orientación”.

Es habitual que quienes ofrezcan orientación al centro en materia de “infancias trans,” sean entidades transactivistas, que aconsejan que en clase de biología no se hable, como ya hacen algunos libros de texto, del aparato reproductor masculino o femenino para no atentar contra la identidad del alumnado “trans”. De hecho, las charlas educativas sobre procesos fisiológicos como la menstruación, están siendo sustituidas por charlas impartidas por transactivistas, y en ellas se induce al alumnado a cuestionar su cuerpo sexuado animándole a situarse en algún punto de una escalera que les muestran, en la que en un extremo se encuentra la feminidad representada por la figura de la Barbie y en el otro, la masculinidad representada por el personaje de acción G.I. Joe.

Así pues, el papel de las escuelas en este asunto no se limita a gestionar las declaraciones de identidad “trans” entre el alumnado, a menudo propiciadas por la gran cantidad de contenido audiovisual y mediático transgenerista que al que está expuesto. Además de esto, las escuelas y el profesorado son convertidos, mediante los protocolos y la penetración en ellas de las entidades transactivistas, en activos detectores y reclutadores de niñas, niños y adolescentes para que inicien su “cambio” de sexo.

Del pupitre a la mesa de quirófano

Esta “transición” empieza por el entorno escolar, asumiendo la nueva identidad del o la menor como una verdad revelada incontestable, sin indagar en otros malestares o trastornos que hayan podido desembocar en el rechazo del propio cuerpo sexuado, legitimado ideológicamente por el transgenerismo. Se procede a modificar toda la documentación administrativa del centro para que refleje esa nueva identidad, incluso a espaldas de las familias si se prevé que éstas podrían poner alguna objeción. Si una familia cuestiona esa identidad “trans”, los protocolos de varias comunidades, como por ejemplo la valenciana, contemplan que:

“Se reconoce como violencia familiar (…) el no respeto por parte de cualquier miembro de la familia a la identidad o expresión de género de los y las menores. Una negativa de la familia a autorizar tratamientos relacionados con la identidad trans (…) bloqueadores, hormonación o cirugía podrá ser recurrida ante la autoridad judicial”.

Este extracto muestra el desamparo de las familias reticentes a hipotecar de por vida la salud de sus hijos e hijas en nombre de una supuesta identidad que requiere de medicalización y cirugías irreversibles. Los bloqueadores de la pubertad, la hormonación cruzada, las dobles mastectomías, histerectomías, faloplastias, vaginoplastias o colovaginoplastias, son intervenciones que acarrean graves consecuencias para la salud física y mental, especialmente de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, este proceso médico-quirúgico increíblemente agresivo es el destino al que se conduce a los y las menores que no encajan en los roles y estereotipos de género o sexistas, induciéndolos a cuestionar y rechazar su cuerpo, sobre todo con la pubertad y el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Y esto sin pruebas de que suponga un beneficio real para la persona, más bien todo lo contrario.

El único beneficio comprobable en todo este asunto es el lucro de las grandes farmacéuticas y las clínicas de cirugía estética, públicas o privadas, que están reconvirtiendo sus servicios para subirse al carro de un nuevo y jugoso nicho de mercado. Las escuelas e institutos han sido puestos al servicio de dichos intereses gracias a las políticas educativas implementadas por todos los partidos de gobierno. El dogma identitario transgenerista, apoyado públicamente por empresas y organismos tan diversos como Disney o la CIA, se está cebando en los cuerpos y las vidas de menores de la sociedad actual. Y pregúntense una cosa: ¿cuántos de ustedes en su infancia habrían acabado en una mesa de quirófano, tal y como está ocurriendo ahora, por no ser chicos lo suficientemente masculinos o chicas lo suficientemente femeninas?


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