Manadas de niños que violan niñas

Reproducimos el artículo “Manadas de niños que violan niñas” publicado el 22 de abril de 2023 en varios medios, como El Correo,  y en el que Doménico Chiappe ha entrevistado, entre otras, a nuestra compañera de DoFemCo Alicia Boluda.


Ocho chicas de menos de 15 años han sufrido agresiones sexuales por grupos de menores en doce meses, una violencia en alza motivada por la imitación de una pornografía descarnada.

En los últimos doce meses, seis manadas de niños han violado a ocho niñas que no tenían más de 15 años. La menor cumplía 11. Sucedió en Murcia, Logroño, Villarreal, Burjassot, Badalona y Tarragona. De los 31 agresores identificados, siete tenían menos de 14 años y no respondían por sus actos ante la justicia. Los adolescentes que comenten una agresión sexual con violencia y penetración reciben condenas en régimen cerrado, según la Fiscalía, pero el daño a las víctimas, sometidas a la violencia traumática a tan temprana edad, es irreparable. Con tretas y engaños son conducidas a algún lugar aislado, un inmueble abandonado o un piso sin padres, en donde el grupo ha tendido una emboscada para someterlas a una tortura sexual imborrable, que puede durar horas. «Acabó con todo, se llevó por delante mi juventud y adolescencia», asegura a este periódico una víctima de violación grupal cuando tenía 15 años, cuyo nombre y referencias aquí se omiten. Ahora, con 20, aún lucha contra el recuerdo y el estigma que se cierne sobre ella en una población de menos de 50.000 habitantes, donde sucedieron los hechos y que sueña con abandonar.

Las condenas a menores por delitos sexuales han aumentado un 63% en cinco años, según los datos del Poder Judicial. En particular, el fenómeno de las violaciones grupales de menores ha pasado de un 2% a un 10% del total de agresiones sexuales que involucran a niños y adolescentes en una década, indica un reporte de la Fundación Ayuda a Niños y Adolescente en Riesgo (Anar), que ha documentado más de 6.000 casos en ese lapso. En el último año con datos publicados (2021) fueron condenados 439 menores, de los que 115 niños tenían 14 años, lo que significa un aumento del 57%. Con 17, fueron 99, casi el doble que cinco años antes. Un 16% ha cometido tres o más delitos sexuales, cantidades que pueden producirse en un solo acto de violación múltiple, la cara más cruenta.

«El aumento se nota en los expedientes de delitos sexuales graves incoados, que aumentan desde 2015 progresivamente, pero no excesivamente, hasta este año, que sí ha sido considerable», refiere Eduardo Esteban, fiscal de sala coordinador de Menores: en 2021 hubo 668 y en 2022 ascendió hasta 974, según la Fiscalía. «Sin embargo, no hemos detectado un aumento especial en estos delitos cometidos en grupo», matiza Esteban.

Fantasías y realidades sádicas

En el patio de un colegio irrumpe un nuevo gesto entre niños, mitad broma, mitad amenaza. «Hacen la mano con el puño cerrado, o con los dedos en forma de pico en punta, como si entrara en el trasero o la boca», describe Alicia Boluda, profesora de Secundaria y miembro de Docentes Feministas por la Coeducación (Dofemco). «Quieren imitar una práctica de riesgo que se ha difundido mucho con la pornografía, el ‘fisting’. Consiste en introducir la mano completa en la vagina o el ano». A su juicio, éste es un reflejo de cómo el porno descarnado se manifiesta en lo cotidiano. «Lo peligroso es que lo interpreten como algo natural, gracioso o divertido, cuando causa lesiones a las mujeres».

Los expertos consultados coinciden en señalar que el acceso a las web pornográficas, cuyos contenidos entremezclan todo tipo de sexo incluyendo violaciones en grupo, a veces representadas y a veces reales, es una de las causas principales del incremento de las ‘manadas’. Pero no sólo se trata del coito salvaje como recompensa a los impulsos sexuales invocados por el visionado de ‘gang bang’ y ‘abuse sex’, categorías promocionadas por esos sitios. Una violación grupal también tiene como objetivo la grabación de la infamia, de la humillación de la víctima.

«El joven consumidor de pornografía, además de encontrar erótica la violencia, tiene otra motivación: elaborar y producir ese contenido para compartirlo», expone Boluda tras las conclusiones a las que han llegado las maestras asociadas en Dofemco. «Cometen las agresiones porque quieren obtener de ellas un material audiovisual. De lo contrario, ¿para qué dejar testimonio?».

Según sus datos, estos vídeos se comparten sin edición. «La tendencia al alza en la pornografía es el contenido que parece real, casero, espontáneo; que no parezca una película producida en un set de rodaje con todo preparado», prosigue Boluda. «¿Y qué parece más real que lo que de verdad se hace? Los menores van más allá, ni siquiera quieren que parezca película. Es una proeza y presumen de ella». Se desconoce si los violadores sacan rédito económico de estos vídeos. Sin embargo, los portales porno sí ‘monetizan’ esos contenidos donde se «degrada a la mujer, se le trata mal, como objeto, y se le agrede físicamente por uno o varios hombres», asegura Benjamín Ballesteros, director técnico de Anar.

«El joven consumidor de pornografía, además de encontrar erótica la violencia, tiene otra motivación: elaborar y producir ese contenido para compartirlo»
Alicia Boluda. Activista Dofemco

A esto se suman otras circunstancias. «Se ha pasado de una sociedad muy autoritaria en la familia a una excesivamente permisiva, que aumenta en las crisis de pareja», reflexiona Pascual Ortuño, exmagistrado de la sala de Familia de la Audiencia Provincial de Barcelona más de tres décadas. «En este tipo de separaciones se produce una lucha por el afecto de los hijos, que deriva en mayor permisividad y en ese contexto hay personalidades que generan sesgos patológicos. La de las violaciones grupales es una historia callada. Ahora ha surgido como problema social porque se denuncia y la sociedad la rechaza absolutamente».

Duro y traumático futuro

En los colegios e institutos, al hablar de las violaciones grupales, las reacciones son distintas entre chicos y chicas, sostiene Boluda, a partir de conversaciones y tutorías con estudiantes de Secundaria y Bachillerato. Ellos lo «naturalizan» con frases como «por qué quedan las chicas con cinco chicos», «no es para tanto» o «ésa es la naturaleza del hombre». Las alumnas, por su parte, comentan que las víctimas «se arriesgaron demasiado», pero se preguntan «si ellas no pueden tener curiosidad sexual, si no tienen derecho a arrepentirse».

La experiencia de las víctimas con sus compañeros es terrible, no obstante. Se han documentado casos de niñas que deben abandonar sus institutos por el acoso de los compañeros. No son casos aislados. La niña que sufrió una violación múltiple con 15 años estuvo varios meses sin salir de casa. «Me hicieron bullying en el colegio. En clase, en el patio, en todos lados. Tuve que dejar de estudiar. Me insultaban, me dejaban de lado. Una vez vino un policía a dar una charla sobre violencia de género. Nos conocíamos porque yo ya había denunciado y empezaba el proceso judicial. Mis compañeros sacaron mi caso para desacreditarme. El policía me pidió que saliera un momento. Entonces les dijo que no podían opinar sin saber qué había pasado realmente».

Los perfiles de los niños violadores de más edad, que suelen ser los cabecillas de las agresiones, se desprenden de algunos de los casos de estos últimos meses. Los equipos técnicos de los juzgados de menores les definen como personas que no respetan ninguna autoridad ni los horarios, hacen lo que quieren, sólo les importan las consecuencias que sus acciones tengan para ellos, buscan agradar a sus compañeros y tienen baja empatía.

Las penas de los menores condenados por delitos sexuales van desde el internamiento cerrado (80 en 2021), semiabierto (72) o libertad vigilada (307). «Los delitos son los mismos para menores y adultos», explica Esteban. «La diferencia está en las consecuencias. Los mayores van a prisión, y en los menores la medida es de internamiento. Son totalmente distintas».

«El aumento se nota en los expedientes de delitos sexuales graves incoados, que este año ha sido considerable»
Eduardo Esteban. Fiscal coordinador de Menores

Estas medidas se combinan con la prohibición de acercarse o comunicarse con la víctima (298 en 2021). «Son muy duras», opina Fermín Guerrero, letrado que inició la acusación contra tres chicos de 14, 15 y 17 años por violar a dos niñas, en uno de los casos más recientes. «Hay que pensar si el aumento en la represión consigue el efecto deseado, porque esos comportamientos salvajes no se acaban».

Para los menores de 14 años, que son «inimputables», existe la responsabilidad civil de los padres, pero en la práctica «es papel», afirma Ortuño. «Se limita a poner una cantidad de indemnización. Pero muchos padres no tienen medios económicos y se declaran insolventes, o litigan con la víctima para no pagar. Resarcir el daño causado con una cantidad, aun cuando sea importante, es accesoria. Está pensada para que los padres vigilen».

En los juicios, opina Guerrero, «muchas veces la línea de la verdad y el miedo y el arrepentimiento es complicada. No digo que las víctimas no lo sean, pero juegan varios factores. Hay una liberalidad en los jóvenes ahora difícil de entender. Ha cambiado su comportamiento. Hombre y mujer actúan igual y ellas no están ya en situación de inferioridad».

Culpa y silencio

En ocasiones la baja empatía de los agresores la experimenta la víctima también en su entorno. Los datos de Anar indican que apenas denuncia la décima parte de los menores agredidos, debido a no tener marcas en el cuerpo o por falta de apoyo familiar. El silencio es la norma. «La tendencia es a seguir con su vida sin poner una denuncia», alerta Ballesteros. «La exposición del caso de la víctima en los debates públicos provoca un efecto contrario al deseable, sobre todo en poblaciones pequeñas, y se suele señalar a la niña diciendo que ‘algo habrá hecho’».

Los recorridos judiciales, además, suelen dilatarse. Mientras están abiertos impiden que las agredidas reconstruyan sus vidas. «Todo el proceso fue muy duro física y mentalmente», recuerda una víctima, cuyo caso tardó cinco años en tener sentencia firme. En ese tiempo, a pesar de la agresión, el trauma y los juicios, las supervivientes se obligan a sí mismas a ir al colegio o al instituto. «Acabé de sacarme la ESO y el bachillerato aunque me pilló el proceso judicial y yo no estaba bien mentalmente, tomaba medicación», rememora. «Lo más importante es que la gente no las juzgue y que las apoye».

«En la víctima siempre aparece la culpabilidad, son pensamientos irracionales que provocan mucho daño»
Benjamín Ballesteros. Director de ANAR

Tarde o temprano, la víctima empieza a desarrollar el sentimiento de culpa. «Siempre aparece la culpabilidad», señala Ballesteros. «Su propio entorno en muchas ocasiones las hace culpables o no las creen, y les hacen pensar que ellas pudieron hacer algo. Ellas mismas creen que podrían haberlo evitado. Son pensamientos irracionales que provocan mucho daño a las víctimas. Les hace sentir vergüenza e inseguridad». La culpa y el silencio son hijos de esa violación.


2 comentarios en «Manadas de niños que violan niñas»

  • el 05/05/2023 a las 00:13
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    El Sr. Guerrero opina como si fuera el defensor de los acusados y no de las niñas. Ojalá sus padres lean esto y busquen otro letrado inmediatamente. Es realmente vergonzoso, además de demostrar un nivel de profesionalismo de menos diez…

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  • el 06/05/2023 a las 05:36
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    Por qué no les retiran la patria potestad a los padres que han permitido que su hijo sea un violador?? He visto a la administración retirar la custodia a madres que tenían que trabajar bajo la escusa de que desatendian a los menores, pero que cometan estos crímenes no es una prueba de que estos padres no cumplen con su deber???

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