Terrorismo machista: no están locos

 

El 10 de junio ha vuelto a ser un día trágico al conocerse el temido desenlace del secuestro de Anna y Olivia, las dos niñas de Tenerife desaparecidas desde el 27 de abril, cuando el padre no las entregó a la madre tras anunciarle que no volvería a verlas más. También se confirmaron otros dos asesinatos machistas: una menor -madre de un bebé de cuatro meses a los 17 años descuartizada en Sevilla y una joven de 21 años arrojada por un balcón en Ibiza.

Entre los días 17 y 29 del pasado mes de mayo, 6 mujeres y el hijo de 7 años de una de ellas, embarazada de 5 meses, fueron asesinadas por los hombres que habían sido su pareja o su padre. Este tipo de crímenes contra mujeres y también contra sus criaturas aparecen recurrentemente en las noticias como si fuera algo inevitable con lo que nuestra sociedad tuviera que convivir, como una especie de desgracia a la que parece que nos hayamos resignado.

A día 11 de junio son 38 las mujeres asesinadas en 2021 por sus parejas o exparejas. Desgraciadamente, la cifra no deja de aumentar cada semana, especialmente después de levantarse las medidas de restricción de movilidad provocadas por la pandemia de Covid-19(1).

La razón por la que estas mujeres fueron asesinadas fue que la relación tóxica en la que se encontraban atrapadas llegó a su extremo más trágico: esos hombres consideraron que eran tan de su propiedad que podían incluso llegar a matarlas a ellas o bien provocar a la madre el mayor daño posible mediante la violencia vicaria, es decir, la ejercida contra sus propias hijas o hijos.

En España, por muy joven que seas, has oído hablar de las víctimas del terrorismo, tanto de la banda ETA como de otros grupos terroristas que fueron particularmente sangrientos en los llamados “años de plomo”, entre 1978 y 1980. En los momentos más letales se llegaron a registrar 119 víctimas mortales por terrorismo (año 1980). Pues bien, hubo un momento en el que la sociedad comenzó a reaccionar y a movilizarse contra la violencia terrorista. Se convocaron acciones pacíficas y manifestaciones multitudinarias y así la sociedad en general dejó claro que matar no es una forma justificable de alcanzar objetivos políticos.

De igual manera, una sociedad democrática, justa y sana, no puede permitirse la resignación al constatar la violencia de los hombres contra las mujeres, sino que debe luchar contra ella. Para que nuestra sociedad reaccione de una vez por todas y deje de conformarse con el terrorismo machista del mismo modo en que lo hizo contra el terrorismo político, urge tomar medidas efectivas desde múltiples ámbitos que incluyan una verdadera coeducación, además de políticas sociales y medidas judiciales. En las escuelas, urge que los acuerdos aprobados en las leyes se concreten en medidas tales como que las o los agentes de igualdad se ocupen de las relaciones tóxicas y la violencia machista, en lugar de que se desvirtúe su función atendiendo a otros asuntos que nada tienen que ver con la desigualdad que sufren las mujeres y las niñas.

En definitiva, los datos demuestran que en los centros educativos urge el desarrollo real de Programas de Igualdad entre hombres y mujeres que contribuyan a desactivar los estereotipos de género sobre los que se asienta la violencia contra las mujeres, en lugar de fomentar las llamadas “identidades de género”, ya que tanto ellas como a sus criaturas no las matan semanalmente por autoidentificarse con un género, sino por el mero hecho de ser mujeres.

Por tanto, además de medidas efectivas de igualdad y de protección de menores que atañen a la sociedad en su conjunto -medidas políticas, jurídicas y de comunicación por parte de los medios- necesitamos YA una educación libre de estereotipos sexistas para que nuestra infancia y juventud desarrolle y consolide una profunda conciencia contra la violencia machista.

Porque ¿qué pasaría si en una semana “aparecieran sin vida” 6 futbolistas, o 6 estrellas del pop? ¿Y si en lo que llevamos de año hubieran asesinado a 38 representantes de la política, o 38 taxistas, o 38 jueces o 38 comentaristas de la tele?

¿Se vería también como algo inevitable con lo que no nos queda otro remedio que convivir?

 

(1) (Fuente: Feminicidio.net)#


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