Mujeres ocultas

Empezamos este apartado rescatando de la historia a mujeres ocultas, mujeres valientes que tuvieron que vestir de hombre, firmar como su marido, ocultarse detrás de seudónimos, etc. porque en sus tiempos lo que hacían no era “propio de mujeres”.

Estas mujeres fuertes, valientes y luchadoras son ahora nuestras referentes, nuestras fuentes de inspiración. Conocer su vida nos impulsará a seguir nuestra lucha por la igualdad, por el lugar que nos merecemos en el mundo.

Hay otra Historia, ya que la que nos han contado está llena de vacíos: nos han ocultado la vida de las mujeres que no se ajustaban a los cánones, que desobedecían las imposiciones de una sociedad que las prefería sumisas, controladas e invisibles.

Les daremos voz, contaremos sus vidas y así haremos justicia, por ellas y por todas nosotras que queremos seguir sus estelas.
Nuestras referentes actuales del mundo del deporte, como Paula Dapena, tienen sus antecedentes en pioneras que practicaron sus disciplinas en tiempos en los que los estereotipos sexistas eran aún más rígidos para las mujeres.

Algunos deportes se consideraban “decorosos” para las mujeres, sin embargo el fútbol es el deporte “de hombres” por excelencia; jugar al fútbol siempre ha sido cosa de chicos y si jugabas te llamaban entre otras cosas “marimacho”. Pero hubo una época, no hace tanto, en la que si eras mujer “ jugar” además implicaba sanciones.

Ana Carmona Ruiz, conocida como “Nita”, nació en Málaga en 1908, fue una destacada mediocampista. Su gran pasión, desde niña, era jugar al fútbol y soñaba con hacerlo profesionalmente.

En su etapa juvenil llegó a jugar algunos partidos en el Sporting Club de Málaga. Fue perseguida por ello y su padre la envió a Vélez Málaga con sus tíos para alejarla de su afición deportiva, aunque también allí jugó en el Vélez Club de Fútbol y sus compañeros la apodaron “Veleta”.

Dominaba el juego aéreo y tenía muy buena técnica, por lo que se ganó el cariño de la afición.

Para jugar tenía que parecer un hombre, así que se recogía el pelo y se vendaba el pecho; su atuendo debía ser holgado para disimular su anatomía. Algunos jugadores rivales no podían soportar jugar contra una chica y la denunciaron. La arrestaron varias veces, a pesar de que su amistad con el padre Míguez le libró de muchas sanciones.

En Málaga sufrió el escarnio de las autoridades y de algunos aficionados conservadores, hasta el punto de que estuvo en arresto domiciliario y llegaron a raparle el pelo.

Estuvo jugando al fútbol hasta poco antes de estallar la Guerra Civil, cuando ya no pudo pasar desapercibida y lo tuvo que dejar.

Su juego acabó definitivamente al finalizar la guerra cuando llegó Franco al poder, porque entonces se impuso la idea de que la mujer en el deporte estaba fuera de su “lugar”.

Se las ingenió para hacerse una fotografía vestida de futbolista, con la equipación del Sporting. Las fotos entonces eran carísimas y para no levantar sospechas lo hizo en carnaval, diciendo que se disfrazaba de futbolista; de nuevo tuvo que burlar las imposiciones absurdas de su época.

Falleció de tifus muy joven , a los 32 años y la enterraron con su camiseta del Sporting de Málaga.

Su amor por el fútbol fue tan grande que tuvo que ingeniárselas para saltarse los convencionalismos, pero no pudieron pararla.

Casi un siglo después el fútbol sigue siendo de hombres, aunque el fútbol femenino empieza a ser algo más visible y los medios le dedican ahora algún espacio en las noticias, pero sigue habiendo muchas desigualdades, tanto en los pequeños equipos como en los grandes clubes y sobre todo en el mundo profesional.

Desde el feminismo luchamos porque no haya deportes de chicas y de chicos. Queremos construir un mundo donde no haya restricciones por sexos, donde tengamos las mismas oportunidades y podamos dedicarnos a lo que nos guste sin tener que ajustarnos a estereotipos sexistas.

¡No te olvidamos Nita!


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