Autopercepción de la capacidad en STEM. ¿Ellas se infravaloran o se sobrevaloran ellos?

11 de febrero. Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia

[Yutong Liu & Kingston School of Art / Better Images of AI / Talking to AI 2.0 / Licenced by CC-BY 4.0]

Cada estudio que se publica sobre resultados en pruebas internacionales en materias STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) va acompañado de titulares que inciden en una supuesta baja percepción y capacidad de las niñas y mujeres en estas áreas y animan a motivarlas, con titulares como los que siguen: 

Cabe señalar que es muy habitual que los medios de comunicación muestren las diferencias encontradas entre mujeres y hombres sin indicar la escala utilizada. Por ejemplo, noticias sobre el último informe TIMMS muestran una brecha de género de “18 puntos” sin indicar la escala, cuando al ocultarla se tiende a imaginar que son puntos porcentuales, resultando alarmante. Si extrapolamos estos datos a una escala de 0 a 100, la diferencia entre niñas y niños no alcanza los 3 puntos. No hay que negar que hay una diferencia que se debe abordar, pero lo que se hace es magnificar el problema, transmitiendo un mensaje alarmante que no ayuda a salvar las diferencias.

También se observa que, cuando se analiza la diferencia, se apunta de forma insistente a la autopercepción de la capacidad de las niñas y a su autoestima en las materias STEM, sin analizar otros factores. Hay varios estudios sobre sobre esto, sobre todo en los EUA. Elegimos para este análisis el Proyecto Estéreo de investigación sobre el sexismo académico y su influencia en la segregación vocacional, pues está realizado en nuestro país con asignaturas de la ESO, por lo que resulta más cercano e inteligible, pero podría haberse escogido cualquier otro, que apunta a similares resultados.

El estudio compara la nota real obtenida y la habilidad percibida en diversas materias científico-tecnológicas y del ámbito socio-lingüístico. Se observa que en todas las materias científico-tecnológicas la nota real de las alumnas es mayor que la de los alumnos y, sin embargo, la “habilidad percibida” es siempre mayor en ellos, excepto en la asignatura de biología y geología.

En primer lugar, para comparar los datos, vamos a poner ambos estudios a la misma escala (la nota real se presenta del 1 al 10 y la habilidad percibida del 1 al 7). Al extrapolar los datos a una escala de 1 a 10 y calcular la diferencia obtenemos:

Para empezar, se observa que las diferencias son pequeñas y se escapan de la magnitud que suelen mostrar los alarmantes titulares de prensa. Si bien es cierto que existe esta desigualdad, consideramos que es importante presentar los datos en su correcta magnitud y comparables entre sí para poder tener una imagen fiel a la realidad, sin que provoque una percepción social desproporcionada.

El informe concluye que

“Las jóvenes se consideran menos competentes que sus compañeros en asignaturas tradicionalmente vinculadas a los ámbitos científicos y tecnológicos, a pesar de tener notas comparables e incluso superiores a los chicos.”

Nos llama la atención, no solo en este estudio, sino en muchos otros, que el resultado en los varones es el que marca el eje de referencia. Podríamos pensar que también los chicos se sienten más competentes de lo que realmente son en estas áreas, sobrevalorándose, pero esa opción no se contempla. Las que tenemos experiencia de décadas dando clase en estas materias tenemos de dedicar más tiempo a decirles a los chicos que no se confíen y que estudien que a animar la las chicas con un “tú puedes”.

Siendo generosas, podemos poner el eje de referencia en la posición media entre chicas y chicos, de manera que los chicos se encuentren la mitad de puntos obtenidos por encima y las chicas la mitad por debajo de la referencia. La baja percepción de las chicas ya se encontraría más cercana a la real teniendo en cuenta la alta percepción de sí mismos de los chicos y el resultado ya no resulta tan dramático.

Para una imagen más equilibrada de la situación, algunos titulares deberían decir así: “Los chicos sobrevaloran sus capacidades en materias científicas y tecnológicas a tenor de los resultados académicos” o “El exceso de confianza de los estudiantes varones en sus capacidades intelectuales no se corresponde con su desempeño real en materias STEM”. Los medios de comunicación ponen el acento en la autopercepción de las niñas y obvian la de los niños, difundiendo un paternalismo innecesario y contraproducente.

Normalmente, en la mayoría de los estudios, se insiste en la percepción y motivación de las niñas y chicas hacia las matemáticas, pero los datos indican que la mayor disparidad está en la tecnología, que llega a tener una diferencia tres veces superior a la de matemáticas. Esto se reproduce en las estadísticas de matriculación, tanto de carreras universitarias de ingeniería como de ciclos de FP de las especialidades tecnológicas e industriales, como ya se expuso en el II Congreso Internacional DoFemCo.

Esta diferencia entre la percepción de la capacidad entre niñas y niños, o entre mujeres y hombres, viene motivada porque se piensa que los varones tienen un gen que hace que, sin ningún esfuerzo, sean capaces de entender cualquier objeto tecnológico, de arreglarlo o incluso de tunearlo para transformarlo en otra cosa. Las mujeres no tenemos esa habilidad innata con la tecnología y nos tenemos que esforzar mucho más, nuestros genes no nos capacitan para ello, sino para el cuidado de las personas y de la naturaleza y para las labores sociales. A los hombres, como no tienen ese gen, les cuesta un montón y, pobres, eso no se lo vamos a pedir. Nótese la ironía, pero estas ideas están clavadas en los cerebros de nuestras alumnas y alumnos, de sus madres y padres, del profesorado que les formamos y, también, de algunas feministas. Se piensa que esta división sexual del conocimiento y del trabajo se debe a algo intrínseco diferente en nosotras y ellos, no como producto de una sociedad que nos ha impuesto unos roles desde el nacimiento.

Respecto a los datos de este informe y otros, es sorprendente que nunca llame la atención la baja percepción de la capacidad de los varones respecto de las mujeres en las ciencias sociales y humanidades, es muy raro que se mencione en este tipo de estudios. ¿Por ser áreas feminizadas se les da menos importancia en su contribución al conocimiento? ¿o más bien están feminizadas precisamente por su posición jerárquica de menor valor atribuido?

Además, hay que analizar la diferencia que se produce en las notas de las niñas y chicas según el tipo de prueba. En clase o en las pruebas de acceso a la universidad sus notas son superiores a las de los chicos, mientras que en pruebas estandarizadas como PISA son algo inferiores. Podemos pensar que el tipo de prueba y cómo se realiza tiene influencia en los resultados.

Para terminar, queremos realizar una serie de propuestas que nos ayuden a abordar en las aulas y en los medios de comunicación las diferencias encontradas.

En primer lugar, es necesario leer los datos, no solo los titulares. Los medios de comunicación deberían abandonar el sensacionalismo que transmite a la sociedad una percepción alejada de la realidad que después es transmitida a las niñas y adolescentes, contribuyendo a provocar en ellas cierto desánimo. Al menos el profesorado debemos abordarlo de forma crítica.

Dejemos de tratar a las alumnas con condescendencia. No hay que animarlas con un “tú también puedes”, sino que lo que necesitan es simplemente confianza en ellas actuando con la normalidad que deseamos conseguir. También corregir a los varones cuando muestran superioridad ante sus compañeras solo por el hecho de ser varones. Pero no debemos quedarnos en proporcionar herramientas al alumnado para superarlo (acción individual), sino abordar y combatir las causas que lo provocan (acción social), en relación a los roles y estereotipos socialmente construidos y que son la causa de la desigualdad y de la jerarquización del prestigio académico y profesional.

Pensemos bien en los referentes que utilizamos. Si solo se presentan mujeres históricas excepcionales en STEM o solo se muestran las barreras que han tenido que superar se produce una percepción de extrema dificultad o de que es necesario ser excepcional para dedicarte a ello. Debemos mostrar el trabajo de las mujeres con naturalidad, no como algo especial, sin necesidad de que tengan que ser excepcionales, como no lo son la mayoría de varones.

Mostremos una actualidad en la que mujeres jóvenes lideran proyectos científicos y tecnológicos trabajando en equipos paritarios, más cerca de lo que queremos conseguir que de lo que se debe abandonar, cambiando la percepción de las alumnas y los alumnos e invitando a la transformación. Por poner un ejemplo actual, Luo Fuli y el equipo de DeepSeek.

Recordemos siempre que la percepción de sí misma de una persona en sociedad es, sobre todo, producto de esa sociedad. Estamos viviendo una época en la que vuelven marcadísimos con fuerza los roles y estereotipos que se iban superando en décadas pasadas. Solo a través de una labor en las aulas realmente coeducativa y de un cambio social que haga a las personas, mujeres y hombres, conscientes de las desigualdades y dispuestas a luchar por una sociedad igualitaria y justa se conseguirá avanzar, superar las dificultades y romper barreras.


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