23 de septiembre en las aulas: la esclavitud ignorada
La ausencia de coeducación en los centros educativos -y su secuestro- es un hecho comprobado por todas las integrantes de DoFemCo. Las administraciones educativas tratan de hacer ver que se preocupan por esta carencia, que debería ser subsanada por ley. La propia LOMLOE, en la modificación del apartado a), hace referencia a
“el fomento de la igualdad efectiva de mujeres y hombres a través de la consideración del régimen de la coeducación de niños y niñas, la educación afectivo-sexual, adaptada al nivel madurativo, y la prevención de la violencia de género, así como el fomento del espíritu crítico y la ciudadanía activa.»
En lo que respecta a educación afectiva y sexual -EAS en adelante-, la coeducación todavía acusa más su ausencia. Ejemplo de ello es el 23 de septiembre, Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, fecha a la que jamás hemos visto hacer referencia en los talleres que se ofrecen a los centros educativos donde miles de adolescentes y jóvenes pasan buena parte de sus jornadas. ¿Cómo se puede dar educación afectivosexual para la futura igualdad entre niñas y niños si se ignora (o se tergiversa, como veremos) el fenómeno de la explotación sexual de las mujeres? Este tipo de esclavitud, ¿no debería estar abolida en un estado plenamente democrático?
En nuestra sociedad, el intercambio de sexo por dinero existe en forma de prostitución y en forma de pornografía, a la que se accede fácilmente a través de los smartphones con datos de Internet. La escuela es parte de la misma sociedad y, sin embargo, en las aulas se habla muy poco del tema y, la mayoría de las veces, se aborda mal. Quienes prestamos atención a este hecho siempre somos las docentes feministas. Lo denunciamos cuando lo descubrimos pero… Nuestras autoridades educativas no nos están escuchando.
EAS, ideología queer-transgenerista, pornografía y prostitución
La experiencia empírica nos dice que hay mucha mala EAS impartida por personas con supuesta preparación. Con todo, nunca dejan de sorprendernos los testimonios que recogemos en DoFemCo. Este es el relato de una de nuestras integrantes sobre un taller de educación sexual en un 1º de ESO del curso 22-23:
“Entro en el aula de 1º de ESO. Mi clase se dedicará a la segunda parte de una charla sobre educación sexual y afectiva, taller que el ayuntamiento ofrece gratuitamente. Saludo y me voy al fondo del aula. El joven ponente tiene un aspecto muy alternativo. Intenta ser simpático y próximo al alumnado con un lenguaje informal lleno de vulgarismos. Observo la pizarra, ahí están los conceptos abordados en la hora anterior: “hombres con vulva”, “mujeres con pene”, personas que “ni son hombre ni mujer”, “personas cis, personas trans”… Teoría de la identidad de género, en suma. Siento el impulso de levantar la mano y preguntar por aquello pero decido hacer trabajo de campo: escuchar y tomar notas para analizar el discurso.”
En DoFemCo tenemos constancia de que se está haciendo llegar a las aulas de los institutos mucho contenido cuyo enfoque de la educación sexual es la ideología transgenerista bajo el falso paraguas de la inclusión y la diversidad. Hay mucha literatura preparada para ello, como la obra “Dibujando el género”, o la guía “Sexualidad. Cuerpos, identidades y orientaciones”, dentro de la “Colección de guías sobre derechos sexuales y reproductivos de las mujeres jóvenes”, producida por el Instituto Canario de Igualdad, que analizamos en DoFemCo. En nuestro II Congreso Internacional también se denunció que hay programas supuestamente coeducativos en los que se enrola a las escuelas que están en la misma línea del transgenerismo: “¿Realmente el programa Coeduca’t trabaja por la coeducación?”.
Como se puede comprobar, es bibliografía fundamentada en ideas anticientíficas como que el sexo en la especie humana no es binario, que las personas nacen cis o trans, omitiendo toda la información sobre la disforia o incongruencia de género de inicio rápido que tantas y tantos adolescentes sufren hoy en día. ¿Qué papel les dejamos a las familias si, desde la escuela, validamos este discurso? Vayamos más allá: el gusto por roles y actividades diferenciadas para cada sexo ¿indican que tu cuerpo está equivocado? Antes, a los niños que jugaban con muñecas, pinturas y eran sensibles se les solía tachar de niñas. Ese trato se empezó a considerar insultante y vejatorio, bullying, de hecho, y se empezó a exponer y a reconducir hace décadas. ¿Ahora debemos aceptar sin más que esos niños tienen, realmente, “alma de niña”? Quienes les decían “tú no eres un niño de verdad, eres una nenita”, ¿tenían razón?
“El monitor empieza a hablar de masturbación: “Todo el mundo sabe lo que es una duchaja, ¿verdad? Y una iniesta”. Hay niños y niñas que se miran con extrañeza pero tratan de disimular (no quieren aparentar infantilismo). Hay alumnas y alumnos que bajan la cabeza: enfrentar esos conceptos rodeados de gente que se puede burlar de su desconocimiento les da corte. Hay gente que se ríe aparentemente divertida (es risa nerviosa). Hay tensión porque se está hablando de sexualidad y quienes tienen que expresarse y preguntar son niñas y niños que, en realidad, no lo habían pedido. Quien tiene experiencia en la enseñanza sabe que el ritmo de desarrollo de la sexualidad de cada individuo en la infancia debe respetarse. No se puede hablar del tema en voz alta delante de todo el mundo. ¿Este joven no lo sabe? ¿Qué preparación tiene para ser educador en EAS? ¿Imaginamos un claustro formativo en el que un ponente haga hablar a profesoras y profesores públicamente de sus experiencias sexuales?”
Sigue la charla y se pasa a hablar de pornografía. La exposición tiene dos graves errores. Uno, de contexto: ¿sabe el monitor si el alumnado ha tenido acceso a la pornografía? ¿Si las familias han tratado el tema? Da por sentado que todo el mundo ha visto porno y desconoce si alguna o algún menor ha sido víctima de ASI, sexpreading o grooming pornografía mediante (factor de trauma). Su forma de hablar del porno es tan natural como si el alumnado tuviera que asumir que es algo tan cotidiano como tomarse la merienda. Puede que luego, en el recreo, chicos y chicas se interroguen sobre sí han visto porno. Puede que quien no, se documente esa misma tarde por Internet. Como vemos, su discurso provoca dos consecuencias negativas: el blanqueamiento de la pornografía a través de su normalización y el probable inicio del contacto con esta.
El error de concepto se da cuando el joven “experto” plantea que lo malo del porno no es el porno en sí (producto audiovisual que erotiza humillaciones, vejaciones y violencia hacia mujeres, mayoritariamente) sino que creamos que lo que sucede en esas películas es real. Lo malo, según él, no son esas películas sino que chicas y chicos crean que las relaciones sexuales tienen que ser así. Para él el porno es fantasía. Nuevamente blanquea la industria al hablar de actores y actrices que simplemente hacen un papel. Advierte que los hombres toman productos para la erección que pueden ser dañinos para su salud, pero no indica que las actrices toman analgésicos y anestésicos para el dolor y que su salud física y mental está comprometida desde su entrada en ese mundo. Omite que el bautismo de fuego de esas “actrices” suele consistir en una agresión sexual con la excusa de un cásting. Lo que les explica a niñas y niños de 12 años es simplemente falso: todo lo que vemos en una película pornográfica no es fantasía ni producto de efectos especiales. Si una mujer es penetrada triplemente, está pasando; si a una mujer le eyaculan en la cara cinco hombres, eso ocurre. En el cine común se finge que suceden cosas y el público concede creerlas, como un tiroteo con víctimas. Pero en el porno, a la mujer le pasa de verdad todo lo que se ve.
Además, el ponente afirma que las prácticas del porno pueden realizarse con la pareja sexual siempre que consientan ambas partes: introduce la noción del consentimiento en la sexualidad. Nunca habla de deseo. Una actriz y un actor consienten en realizar esas prácticas ante las cámaras de forma consentida por contrato. Sabemos que estos contratos se firman por necesidad, o en todo caso porque la industria convence a mujeres y hombres de que consientan (el porno tiene un falso halo de transgresión, glamour y dinero fácil). No hay más que ver testimonios, de ex actrices sobre todo, para entender enseguida que todo es una farsa y que las mujeres son violadas y explotadas. Consentir no es desear. Para un chico de 16 años educado por el porno no es difícil convencer a su chica de que consienta en realizar una práctica sexual que no desea. Él está educado por el sistema para exigir satisfacción. Ella está educada bajo la ley del agrado. “¿No me quieres? -dirá él- Si me quisieras, querrías hacerlo, como yo”. La mayoría de chicas, por presión, acceden. Consienten para complacer al que en ese momento es su pareja sentimental o sexual.
“En aquel taller que presencié no se habló en ningún momento de afectividad, siendo que a los 12 o 13 años las relaciones entre menores son, generalmente, de carácter sentimental con baja carga erótica. No se habló de reproducción humana, ni de lo negativos que son los estereotipos de masculinidad y feminidad, los roles de dominio y sumisión, el machismo… No se comentó algo esencial: que una o un menor deben identificar un comportamiento de naturaleza sexual inmediatamente, para protegerse. No se habló de que un adulto no debe obtener acceso a su cuerpo, ni física ni digitalmente. Ni siquiera se respetó la mala aceptación del contenido de la charla: numerosas niñas y niños terminaron sacudiendo las rodillas nerviosamente, mirando para cualquier lado, incluso terminando deberes ignorando aquel contenido. Cuando acabó la formación el joven que la condujo pidió a todo el mundo que entrara en la web de su empresa e hiciera una encuesta de valoración. A mi, la profesora, la única experta en educación en la sala, no me ofreció la posibilidad de evaluar. Hace años sí se hacía. ¿Por qué ha cambiado esto? Perpleja e indignada me dije que al menos todo aquello serviría como ejemplo de la mala educación sexoafectiva”.
Como este, tenemos muchos testimonios en DoFemCo. Analizamos experiencias constantemente y las conclusiones no pueden ser más claras: cada vez es más frecuente que se tergiverse la EAS en las aulas de secundaria de nuestro país. Las grandes excluidas o suplantadas en este proceso educativo son la perspectiva feminista y la igualdad, es decir: la coeducación. Por cierto, recordemos que la etimología de la palabra pornografía es “reproducción gráfica de la prostitución” (de porné, mujer prostituida y grafos, representación).
Sobre prostitución, que tengamos constancia en DoFemCo, no existe EAS con enfoque feminista. En algunas guías elaboradas por gobiernos autonómicos nos hemos llegado a encontrar que
“se evitan las palabras MUJERES y NIÑAS, y son sustituidas por “personas que SE DEDICAN a la prostitución” y a los puteros se les llama ‘CLIENTES’.
No hay ninguna actividad en que se analicen las causas de la existencia de la prostitución ni sus consecuencias para las mujeres prostituidas y para el conjunto de las mujeres.
En definitiva, respondiendo las actividades de este capítulo de la guía, el alumnado aprenderá que la prostitución es una actividad a la que se dedican algunas personas que se denominan prostitutas o trabajadoras sexuales a las que acuden los Clientes y no un ejercicio de violencia extrema sobre las mujeres más vulnerables.” (Análisis del Front Abolicionista del P V de la guía“Els nostres cossos, els nostres drets”).
Como docentes coeducadoras lo que observamos con estupefacción y horror es que, en la EAS actual, se están transmitiendo ideas a favor de normalizar la prostitución y la pornografía. No se está explicando que la explotación sexual de personas para el placer de otros no es legítima, que eso vulnera sus derechos humanos. No se dice que mujeres, niñas y niños no deben ser mercancía para la industria audiovisual y el sistema prostitucional. El feminismo explica el rol de las mujeres en la pornografía y en la prostitución desde los años 80. ¿Por qué no se denuncia en los talleres de EAS el abuso que sufren las chicas y las consecuencias negativas en el terreno de su sexualidad y su salud? En vez de eso, se aborda el consentimiento como parámetro para determinar que una práctica es aceptable. ¿Significa eso que son las chicas las responsables de consentir? También nos preguntamos por qué nunca se abordan la pornografía y la prostitución desde el punto de vista del consumidor o del putero. El debate no está en si una mujer o una joven son libres de entrar en el sistema prostitucional, sino en si los hombres que lo deseen tienen derecho a comprar el acceso a sus cuerpos para satisfacerse sexualmente. Nunca se tiene este debate porque la postura general de nuestros partidos políticos es, mayoritariamente, ciega o regulacionista, como se vio en el Congreso de las Diputadas y Diputados: “El PSOE se estrella con su ley contra el proxenetismo: Sumar y sus socios le dejan solo y el PP da la puntilla”.
La EAS como parte de la coeducación y el eterno voluntariado feminista
En La práctica coeducativa: trayectoria, retos y recursos Ana Hidalgo Urtiaga, presidenta de DoFemCo, ya pone de relieve esta idea:
“Como las leyes educativas estatales y las autonómicas no han incorporado ni desarrollado estos contenidos curriculares específicos, las profesoras feministas han tenido y siguen teniendo que echarse a sus espaldas este objetivo coeducativo con el fin de compensar las carencias emocionales, afectivas y sexuales que el alumnado arrastra por el mero hecho de haber nacido en una sociedad patriarcal.”
Es una realidad. Somos las docentes, sobre todo las feministas, quienes nos encargamos de compensar el machismo inherente al currículo oculto y la mala EAS que se transmite. Hay asociaciones y profesionales que tienen formación adecuada, y base sólida y científica en cuanto a datos y contenidos, pero no todas las entidades con quienes trabaja la administración educativa pública son iguales. Ninguna integrante de DoFemCo ha visto un clítoris correctamente ilustrado en una charla sobre sexualidad a adolescentes. Antes que eso hemos tenido que escuchar que el clítoris también puede ser un órgano de placer masculino, o que es, en realidad, un pene poco desarrollado.
Cultura popular: el currículo oculto de la EAS
La EAS se puede dar en la escuela pero convive con un currículo oculto que ofrece el contexto cultural. Si nos fijamos en los productos culturales que están al alcance de la infancia, la adolescencia y la juventud, podremos identificar rápidamente su relación con la hipersexualización, el androcentrismo, la pornografía y la prostitución.
Entre las series de mayor audiencia de los últimos cursos se cuentan Sex education o Euphoria. En cuanto a producciones españolas contamos con la famosa Élite o la célebre Merlí, sobre una clase de 1º de bachillerato y su profesor de filosofía, un señor muy carismático y enrollado… Sobre todo con las jóvenes profesoras y las madres del AMPA. A medida que estas ficciones televisivas o en plataformas digitales han ido ganando público, han comenzado a aparecer personajes pertenecientes a la cultura transgénero. Su contribución a la normalización de ideas y conceptos de las teorías queer es evidente. Su alejamiento de la perspectiva feminista, también.
En esas series nadie lleva un chándal o una camiseta raída, con agujeritos. Nadie sale al patio sin almuerzo de media mañana, todo el mundo puede ducharse cada día, todo el alumnado es capaz de socializar con inteligencia y madurez, el sexpreading no provoca un conflicto irresuelto que se enquista… La realidad de un centro educativo está en las antípodas de esa ficción, pero esa ficción de alguna manera educa. La cultura popular tiene efectos educativos sobre la afectividad y la sexualidad de la sociedad, nos guste o no. La serie documental Generación porno deja bien claro que la industria audiovisual de la explotación sexual de mujeres está marcando la sexualidad de miles de adolescentes cada día. Es de señalar que el enfoque televisivo que acompañó la edición del documental fue del todo regulacionista, hecho denunciado hasta por familias y participantes en la propia serie (v. directo de Instagram de Feministes de Catalunya).
En cuanto al cine, a la hora de abordar qué currículo sexoafectivo oculto transmite, tropezamos con un problema: nuestra infancia y adolescencia no ve cine. No como lo que entenderíamos por ir a una sala y ver una película. Según algunos estudios, parece que los smartphones y las tablets, las minipantallas, son las aliadas de las plataformas digitales que han sustituido al cine. Tendríamos que realizar un estudio de consumo de Netflix, HBO u otras empresas que, de momento, no han hecho públicas sus estadísticas.
“En términos de industria cultural, la creación de valor en “la industria del signo ya no transita necesariamente a través del star system, sino a través de la actividad no espectacular de unos usuarios que intercambian mensajes o viralizan informaciones” (Carrera, 2017: 43), un entorno favorable para que los adolescentes se conviertan en prosumidores”
El mundo de los videoclips es donde más claramente veremos la relación entre pornografía y prostitución y cultura popular consumida por la infancia y la juventud. La trasposición del lenguaje pornográfico a la música es muy evidente, como ejemplifican la estética y las letras de dos canciones cuyas intérpretes y productoras, mujeres que han triunfado en la escena de la música comercial:
“Duro, tiene cara que en la cama te da duro, chulo […] Un chulo como tú así es como me gusta, una mala como yo, eso es lo que tú buscas, te pongo rápido, me da mala conducta, tu actitud de delincuente que me pone puta” (“Chulo”, de Bad Gyal, Young Miko y Tokischa)
“siempre llego tarde porque me invento la ruta, le escupo al tiempo la cara como si fuera mi puta”. (“Linda”, de Rosalía y Tokischa).
Sobre la introducción de ideas transgeneristas en productos culturales para la infancia vamos a citar “Aprendemos en clan”, programa televisivo producido por RTVE que dedicó un episodio a la identidad de género: se invitó a una una reconocida activista de una asociación para las “infancias trans”. Un grupo de menores interactuó con ella en vivo y en directo.
Mientras tanto…
Se suceden las noticias de agresiones sexuales múltiples cometidas por menores. En DoFemCo compartimos las tesis de las estudiosas y estudiosos de la pornografía: este tipo de producto audiovisual “contagia” y “educa” a los jóvenes en una sexualidad violenta y misógina. Lo han dicho voces expertas desde hace muchos años como A. Dworkin o Gail Dines en EE. UU, y en nuestro país Rosa Cobo, M. Alario o Lluís Ballester. El fenómeno de las violaciones en grupo empezó a ser conocido en nuestro país a raíz del caso de la manada y, lamentablemente desde entonces, no han hecho más que crecer los casos y bajar la edad de los agresores. ¿Tiene la pornografía incidencia sobre ello? Parece tan obvio que resulta increíble que no se quiera ver.
Una buena EAS que contribuya al fin de la explotación sexual
El primer paso debería ser la toma de conciencia de la situación, una conciencia abolicionoista por parte del profesorado, y su adecuada formación. El segundo paso debería implicar una formación que defina bien su contenido y lo adecúe a cada etapa educativa, ya que no se puede hablar igual en Infantil y Primaria como en Secundaria o Formación Profesional, como señala Ana Hidalgo:
“Los contenidos se deben organizar y priorizar dependiendo de la etapa y el ciclo del alumnado, pero siempre se ha de partir de dos bloques de contenidos: el primero sobre el autoconocimiento y la valoración personal, por lo tanto, más centrado en cada niño y niña, y el segundo sobre el establecimiento de las relaciones interpersonales entre ambos sexos para que aprendan a reconocerse como diferentes, pero se relacionen como iguales.”
El tercer paso sería llevar a las aulas, donde ejercemos nuestra función educadora, una EAS óptima en todos los sentidos. Quienes tenemos responsabilidad sobre la educación de las niñas y niños, seamos plantilla de un claustro o personal técnico especializado, debemos conocer todo lo expuesto y tenerlo muy claro. El manido argumento de que la prostitución o la pornografía son “actividades o trabajos” que se eligen oculta la realidad: el interés de que los hombres, quienes son fundamentalmente los puteros o los consumidores de porno, puedan comprar el acceso a mujeres, físicamente o en formato audiovisual.
Docentes feministas que desaprenden y reaprenden sin miedo
Dice Gerda Lerner en La creación del patriarcado
“Las mujeres han experimentado desde siempre la realidad del individuo y la comunidad, la han conocido y la han compartido. Sin embargo, al vivir en un mundo en el que no se las valora, su experiencia arrastra el estigma de carecer de importancia. Por consiguiente, han aprendido a dudar de sus experiencias y a devaluarlas.”
Las docentes de DoFemCo hemos desaprendido esa devaluación y, pese a la alarmante y desoladora situación que los derechos humanos de niñas y mujeres atraviesan, hemos reaprendido a organizamos para trabajar y luchar juntas. Lo hacemos desde todos los frentes, también por un futuro sin trata con fines de explotación sexual, sin prostitución y sin pornografía para todas las niñas y las mujeres.