La influencia de los sesgos sexistas en los Trastornos del Lenguaje
Reproducimos aquí el reportaje publicado el 11 de noviembre de 2023 en 20 Minutos sobre el trabajo de investigación “El impacto de los estereotipos sexistas en el estudio, detección y evaluación del Trastorno del Desarrollo del Lenguaje: Propuestas para su abordaje desde una perspectiva feminista” en el que ha participado nuestra compañera de DoFemCo Nadia Ahufinger.
Investigadoras de la Universidad Oberta de Barcelona y de la Universidad de Barcelona sugieren que falsas creencias sobre el lenguaje retrasan el diagnóstico de estos trastornos en las niñas.
Hasta hace relativamente poco tiempo, el mundo científico daba por hecho que el autismo y el TDAH eran trastornos mucho más prevalentes entre las personas con sexo masculino que femenino. Sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que la prevalencia es prácticamente similar en ambos sexos y que era el modo en que se valoraban los casos, que no tenían en cuenta que los trastornos se manifestaban de manera distintas en las mujeres, lo que causaba que muchas niñas se quedaran sin diagnóstico.
Ahora, un grupo de investigadoras de la UOC y de la UB quieren evaluar si en el caso de los trastornos del lenguaje oral (TDL) podría estar ocurriendo lo mismo, pues, al igual que ocurría en el TEA y el TDAH se diagnostican muchos más casos de niños que de niñas, “cuando hacía mi tesis, observé que, cuando hacía una llamada a la participación para que vinieran las familias con sus hijos e hijas con posibles TDL para ser evaluados, me llegaban muchos más niños que niñas, y siempre se ha pensado que el trastorno del lenguaje oral es más prevalentes en niños que en niñas”, nos explica Nadia Ahufinger, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC e integrante de la asociación Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo).
Aunque siempre dio por hecho que esto era así, que había más niños que niñas con TDL, decidió indagar un poco más, y junto con su compañera, la Dra. Mari Aguilera profesora de la UB y el equipo de expertas del Grupo interuniversitario de Investigación en Cognición y Lenguaje (GRECIL), se pusieron a evaluar multitud de literatura científica sobre el tema, “todavía no tenemos datos nuestros, que es lo que queremos empezar a hacer ahora, por eso lo que hemos hecho es una revisión de la de la literatura. Como expertas en trastornos del lenguaje, hemos escrito por qué creemos que esto ocurre”.
Y es que, según lo que han observado en algunos estudios publicados, la prevalencia entre los niños y niñas es la misma, “en 2016, un estudio de Inglaterra demostró que, en realidad, la ratio entre niños y niñas con este trastorno no era tan diferente, y eso lo comprobaron evaluando a los niños directamente en las aulas de las escuelas. La ratio que obtuvieron fue de 1,22 niños por 1, es decir, prácticamente el mismo”.
Si realmente, según este estudio, no hay ningún factor biológico que justifique una diferencia de prevalencia entre sexos, por qué entonces hay más niños diagnosticados que niñas, “nos empezamos a preguntar qué podía estar pasando, por qué siempre venían a nuestros llamamientos muchos más niños que niñas, y decidimos iniciar una investigación sobre cómo podrían estar influyendo los sesgos de género”, cuenta la Dra. Ahufinger.
Mitos y estereotipos en el diagnóstico de los trastornos del lenguaje
Nadia Ahufinger explica que una de las hipótesis que se manejan otras investigadoras entorno al infradiagnóstico del TDL en las niñas es que “como los niños son más disruptivos en las aulas o en casa, saltan antes las alarmas de que podía haber algún problema. Les cuesta comunicarse, se comportan mal, sus padres los llevan al psicólogo o al logopeda y tienen un diagnóstico antes que las niñas, que tienen otra manera de expresar sus dificultades”.
Queremos impulsar una línea de doctorado específica para ver qué está pasando con las niñas, porque muchas no están siendo atendidas
Sin embargo, Ahufinger y sus compañeras de estudio quisieron ir más allá, porque ¿son las niñas, más calladas, más quietas? ¿Es cierto que tienen mejores habilidades para lenguaje? En realidad, hay pocos estudios sobre eso, pero su hipótesis tiene que ver más con una cuestión social y cultural, “creemos que no es que se manifieste por naturaleza de manera distinta en niño y niñas, sino que es un entramado de socialización, de educación… la que les hace que se comporten de manera diferente. Aunque sea de manera inconsciente, nos educan de manera diferenciada. A ellas se las enseña a no ser disruptivas, a no molestar… y a ellos a expresar su malestar de manera más disruptiva. Hay toda una responsabilidad de la sociedad, que educa de esta manera, de que exista este infradiagnóstico en las niñas con este trastorno”, sugiere Ahufinger, “como no hay líneas de investigación en este aspecto, queremos impulsar nosotras una línea de doctorado específica, para ver qué está pasando con estas niñas, porque muchas no están siendo atendidas”, añade.
Este sesgo sexista y cultural, según la investigadora, no se queda solo en las familias, que detectan peor los signos de alarma en las niñas, sino que se traslada incluso a los profesionales, “si, como evaluador o evaluadora, tienes unas creencias muy interiorizadas -como la idea de que haya más niños que niñas con TDL- eso inconscientemente influye en tus expectativas”, asegura.
La importancia del diagnóstico precoz
Los trastornos del lenguaje son muy prevalentes, pues se estima que, más allá de que sea más o menos grave y cause más o menos problemas de aprendizaje, la prevalencia del TDL se sitúa alrededor del 7 % en la población infantil. Se trata de un trastorno que, pese a no tener una discapacidad intelectual asociada, sí impacta de manera directa en la vida de las personas en forma de “dificultades para expresarse y comprender el lenguaje y otros problemas no lingüísticos, como estigma, fracaso escolar, dificultades para relacionarse… y esto les lleva a acumular problemas emocionales importantes que acaban afectando mucho a su autoestima”, explica Nadia Ahufinger.
Sin embargo, aunque es un trastorno que no se cura, sí puede mejorarse mucho si la detección y la intervención son tempranas, “con una atención logopédica para mejorar la expresión del lenguaje, para saber estructurar lo mejor… se mejora muchísimo e incluso llega a compensarse, pero, para ello, hay que actuar rápido e intervenir en las dificultades concretas que tenga cada niño o niña. Cuanto antes se detecte, antes se tratará y tendrá mejor pronóstico, y lo que vemos es que las niñas que se detectan más tarde y, por tanto, tienen peor pronóstico”.
Una niña sin diagnosticar será una niña sin tratar y sin acceso a una educación adecuada. Esto también pasa en los niños que no son diagnosticados, pero hay muchas más niñas que no lo sabrán nunca
Para que esto no ocurra, mientras ellas consiguen terminar su investigación y se instauren nuevos protocolos de diagnóstico, la investigadora sugiere que se vaya acabando con determinados mitos entorno al lenguaje, como “que las niñas empiezan a hablar antes y tienen mejores habilidades lingüísticas y que son los niños los que tienen más dificultades”. Creencias erróneas lo único que consiguen es que las niñas no se diagnostiquen, “y una niña sin diagnosticar será una niña sin tratar y sin acceso a una educación adecuada, a formación, a determinados trabajos, etc. Esto también pasa en los niños que no son diagnosticados, pero hay muchas más niñas que no lo sabrán nunca”, insiste.
Además, aconseja que, tanto si se trata de niños o de niñas, se acuda a que los evalúen los especialistas ante la mínima sospecha de que algo que no va bien en el lenguaje, “expresiones y mantras como ‘ya hablará’, ‘si ya habla…’ no hacen más que retrasar el diagnóstico de posibles casos de TDL, y nosotras lo que queremos es que, tanto los niños como las niñas, sean diagnosticados a tiempo”.
La Universitat Oberta de Catalunya también publica un reportaje sobre esta investigación: “Los estereotipos de género impactan en el diagnóstico de las niñas con trastorno de desarrollo del lenguaje”
Listado de los mitos y estereotipos sexistas más comunes relacionados con el lenguaje y la esfera emocional
Estos mitos sexistas se basan en la creencia de que estos comportamientos son esenciales y naturales de cada sexo. Sin embargo, son atributos inventados e impuestos sobre cada sexo con el objetivo de subordinar a las niñas y a las mujeres.
- Las niñas tienen mayores capacidades comunicativas y lingüísticas que los niños a lo largo de todo el desarrollo.
- Los niños dicen lo que saben, y las niñas dicen lo que agrada.
- A las niñas les gusta más hablar en contextos privados y de temas personales y criticar a otras personas, y a los niños les gusta más hablar en contextos públicos y de temas más interesantes.
- En el contexto público, las niñas solo saben hablar poco, de forma suave y agradable, y los niños saben hablar mucho, con seguridad y contundencia.
- A las niñas no les gusta dar órdenes ni gritar ni interrumpir; prefieren limitarse a sugerir y pedir, a escuchar, a huir de la discusión y a no preguntar directamente. En cambio, a los niños les gusta discutir y debatir; interrumpen porque saben más cosas que las niñas.
- Los niños hablan desde el conocimiento y la razón, y las niñas, desde la opinión y la emoción.
- A los niños les gusta más correr, jugar y saltar, y a las niñas les gusta cuidar y estar quietas.
- Las niñas son más sensibles a los sentimientos de las otras personas, más afables y más empáticas, y los niños son seres racionales (alejados de la emoción), orientados a sus propias metas y logros.
- Las niñas son seres emocionales, empáticos y orientados hacia las demás personas, especialmente hacia los niños. En cambio, los niños no sienten tantas emociones ni les gusta empatizar ni cuidar a las demás personas.
- Las niñas son dependientes, y los niños, independientes.
Artículo de referencia:
Ahufinger, N., & Aguilera, M. (2022). “El impacto de los estereotipos sexistas en el estudio, detección y evaluación del Trastorno del Desarrollo del Lenguaje: Propuestas para su abordaje desde una perspectiva feminista”. Revista Chilena de Fonoaudiología, 21(2), 1-18. https://doi.org/10.5354/0719-4692.2022.68921