La agenda deportiva de las mujeres

Las Olimpiadas siempre son un buen momento para tomar el pulso a la situación de la mujer en el mundo. Ver desfilar a las delegaciones de los diferentes países, contar a ojo de buen cubero el porcentaje de mujeres, valorar los uniformes diferenciados o no en función del sexo e incluso el tipo de cobertura que se da desde los medios de comunicación, nos permite situar la agenda feminista como mínimo a nivel deportivo.  

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La participación de las mujeres

en el deporte es un reflejo de su

participación en la sociedad en general.

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La participación de las mujeres en el deporte es un reflejo de su participación en la sociedad en general. El veto a la mujer en este ámbito, como en cualquier otro que supusiera trascender más allá del mandato patriarcal del cuidado y del agrado, fue justificado por ilustres de la historia de la humanidad como Rousseau, Darwin o el artífice del olimpismo moderno, Pierre de Coubertin.  

Contra este veto se pronunciaron y lucharon mujeres tan ilustres como desconocidas para el imaginario colectivo. Creer erróneamente que la ciudadanía se concedió a las mujeres al mismo tiempo que  a los hombres nos lleva a no valorar la dedicación, la lucha y el precio que tuvieron que pagar mujeres como Alice Milliat, Olympe de Gouges o Mary Wollstonecraft y, consecuentemente, a aplaudir las políticas transgeneristas como si estas supusiesen un avance en la agenda por la igualdad real de las mujeres emprendida por el feminismo como mínimo tres siglos ha.  

Actualmente, la práctica deportiva está reconocida como uno de los motores del desarrollo humano y se considera positiva en todas las etapas de la vida; por ello, el ejemplo que se desprende de los grandes eventos deportivos es fundamental, especialmente para las nuevas generaciones de niñas y niños. No solo los hechos, sino también la narración de los mismos conforman la conciencia colectiva que posteriormente se encarga de modelar a la sociedad. 

Escuchar en la inauguración de los JJ.OO. que en esta edición contaremos con participantes de todas las edades, etnias y géneros; ver las series clasificatorias de 800 m femeninos al tiempo que el comentarista se lamenta de que se haya impedido a Caster Semenya competir por negarse a doparse para rebajar los niveles altos de testosterona que produce de manera natural, o leer cómo se celebra la participación de la “primere no binarie” en unos JJ.OO. lamentablemente no nos sorprende, pero tampoco nos pasa desapercibido. Las feministas llevamos demasiado tiempo batallando por nuestra agenda como para dejarnos deslumbrar por los destellos purpurinos del lenguaje de la diversidad y no ver en todo esto un ataque a  los derechos de las mujeres y a las vindicaciones del feminismo. 

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rebajar los niveles de testosterona por debajo de

los 10 nmol/l de sangre no anula las ventajas

conferidas por esta durante el desarrollo puberal

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Plantear la diversidad de géneros como un símbolo de progreso y de aperturismo ha llevado al COI a considerar que los hombres pueden competir en categorías femeninas con solo declararse mujeres, eso sí, con condiciones para que parezca que la competición es justa.  Sin embargo, rebajar los niveles de testosterona por debajo de los 10 nmol/l de sangre no anula, ni siquiera después de tres años, las ventajas conferidas por esta durante el desarrollo puberal, como se ha demostrado en múltiples estudios

El engaño al que sucumbe una audiencia, bien intencionada pero mal informada, deseosa de ver a mujeres y hombres desafiar los límites de la humanidad, acaba llevándola a la negación de la realidad. El sexo nos determina biológicamente diferentes y esa diferencia se traduce, entre otras cosas, en un mayor potencial físico de los hombres  frente a las mujeres.  Negar u ocultar estas diferencias no  las invalida; por eso, decir que Caster Semenya produce testosterona de manera natural, obviando que lo hace precisamente porque biológicamente es un hombre, al igual que todo el pódium de 800 m femenino de las Olimpiadas de Río, es o bien ser un mal periodista o directamente actuar de mala fe. 

Con todo y a pesar del boicot del transgenerismo a la agenda feminista, esta no ha variado. La paridad en el mundo del deporte no se limita a la práctica deportiva, sino que abarca todos los ámbitos profesionales del mismo, periodismo deportivo, equipos técnicos, organismos de representación nacionales e internacionales,… Corrección de una brecha salarial que no solo afecta a los ingresos de las deportistas sino también a las condiciones en las que compiten, viajan y entrenan.  

Todo ello, sin dejar de mencionar la parte de la cobertura mediática que siempre nos deja imágenes y comentarios misóginos o la atención desigual recibida por la práctica deportiva de las mujeres frente a la recibida por el deporte masculino. 

Como decíamos al inicio de  este artículo, la presencia de las mujeres en el deporte es un reflejo de su presencia en la sociedad; por eso, como docentes feministas trabajamos para que la práctica deportiva de nuestras alumnas forme parte de su día a día y sabemos que el ejemplo de las atletas es el aliciente que muchas nunca tuvimos. 

Bea Ortiz, Silvia Navarro, Astou Ndour, Adriana Cerezo, Lidia Valentín, Yulimar Rojas, Ana Peleteiro o Sandra Sánchez son solo algunas de las referentes que nos dejan estas olimpiadas y que nuestras alumnas necesitan para integrar el deporte en sus vidas y también para, definitivamente, aliarse con su realidad corporal, aceptándola, cuidándola y viviéndola con plenitud por y para ellas mismas y nunca más para agradar a los demás. 

 

 


Un comentario en «La agenda deportiva de las mujeres»

  • el 07/08/2021 a las 00:18
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    Muy interesante y acertado. Es necesario visibilizar ciertos comentarios misóginos de comentaristas en los medios de comunicación.

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